MI GATA SE HACE HUMANA
Hola, me llamo Carol y os voy a contar la historia de cómo mi gata Misti se convirtió en humana de un día para otro:
Un día me levante por la mañana y no veía por ningún lado a mi gata Misti. No les dije nada a mis padres para que no me echaran la bronca, pero después me arrepentí, porque yo creo que fue el error más grande que pude cometer.
Cuando empecé a preocuparme demasiado, me llamó Alba, una de mis amigas, y me preguntó si había perdido a mi gata, porque ella había visto una idéntica comiendo de la basura en el callejón. Yo le dije que, por favor, mirara hacia donde se iba para yo poder ir a buscarla. Lo malo era que, si no acababa los deberes, no me dejarían salir; así que tuve que ir al día siguiente ya que aun me quedaban muchos.
Al día siguiente, cuando ya estaba allí, no la veía por ninguna parte y me fui a casa. A la hora y media o así vino una chica a mi casa, que estaba desnuda y hacía cosas raras. Entró corriendo a mi casa y se puso a jugar con los juguetes de Misti. Me acerqué a ella y me fijé bien: vi que llevaba el mismo collar que ella, lo que me extrañó mucho. De repente se puso a arañar todo y ahí fue cuando la reconocí. ¡Era ella! ¡Misti! Subimos a mi cuarto para poder vestirla. Menos mal que no estaban mis padres, porque sino… ¡la que se habría montado!
Nos fuimos las dos a buscar a Alba y, juntas, nos pusimos a enseñarle cosas para que la gente no sospechara nada. Como acabamos enseguida, nos fuimos a mi casa pero, al llegar casi a la puerta nos acordamos de que ¡no le habíamos puesto nombre! Al final decidimos ponerle Ester.
Mientras yo preparaba la merienda, Alba buscaba una solución para que Misti volviera a ser como antes. De pronto vino a la cocina y me dijo que ya sabía lo que teníamos que hacer, ¡había tenido una idea! Alba había estado mirando todo el rato por la ventana y, de repente, vio a los vecinos de enfrente, que son muy majos. La vecina es una científica un poco rara, pero muy maja, y el marido… pues, la verdad, nunca habíamos hablado con él. Así que decidimos ir a casa de la científica.
Una vez allí, le contamos todo y decidió darnos una solución: nos entregó un botecito muy pequeño y nos dijo que teníamos que duchar a Misti con eso. Hicimos lo que nos dijo ¡pero no pasó nada! Alba se empezó a poner nerviosa, mis padres estaban llegando y no teníamos aún a la gata. Así pues llamamos a la vecina de nuevo y le dijimos que no había funcionado, que si nos podía decir alguna otra cosa. Y así lo hizo: dijo que teníamos que comprar una pelota de plástico, que ella se encargaba del resto. No sabemos cómo lo hizo, pero Misti se puso a jugar y salió un humillo que hizo volver a ser un gato.
Al cabo de unos días decidí contárselo a mi madre, y ella me dijo que no teníamos por qué haber montado tanto jaleo, que ella sabia como hacer que Misti volviera a ser un gato, que a ella le paso una cosa parecida. Así que ¡Todos nuestros esfuerzos nos los podíamos haber ahorrado!.
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